Aquello que diferencia el comportamiento
de las bolsas el año pasado, que subieron un 24% en el conjunto del
mundo, respecto al que habían tenido en el 2012, con una revalorización
del 13%, no es sólo la magnitud de la subida, sino sobretodo los flujos monetarios.
En
el 2012, las bolsas subieron sin flujos de entrada mientras que el año
pasado subieron con fuertes flujos. El dinero ha vuelto a las bolsas por
primera vez desde el 2007.
Estos incesantes flujos compradores reducen la volatilidad de
los mercados, empequeñeciendo las dimensiones de los conocidos dientes
de sierra, que no son ya de tiburón, sino de chihuahua, y convierten al
mercado bursátil en un lobo con piel de cordero. Suben fuertemente las
bolsas sin correcciones apreciables, una situación poco menos que
idílica.
¿Ese flujo comprador es una bendición o una amenaza?
Se trata de
una gran cantidad de dinero que se ha ido acumulando, cual agua de
montaña que va llenando poco a poco un pantano que ha mantenido cerradas
sus compuertas durante años. Los oscuros mecanismos del miedo no
permitían que el engranaje de las compuertas se abriera. Ahora se han
abierto, y hay mucha agua, mucho dinero, simplemente fluyendo hacia los
mercados.
Los
porcentajes que tanto las instituciones como las familias mantienen
invertidos en renta variable son hoy inferiores a los que tenían antes
del 2007, los cuales a su vez son inferiores a los que mantenían antes
del 2000.
En otras palabras, la
mera normalización de los niveles de inversión en renta variable en las
carteras asegura un flujo comprador de renta variable sostenido en el
tiempo. Estamos, además, en un entorno donde las alternativas de inversión
que proporcionan el mercado monetario, la renta fija, las materias
primas o el mercado inmobiliario tienen una expectativa de rentabilidad
muy baja o incluso negativa. Se dan, pues, las condiciones objetivas
para que no sólo se recuperen niveles pasados de inversión en renta
variable, sino incluso para que se sobrepasen. El pantano está lleno a
rebosar, y puede suministrar flujos durante mucho tiempo.
¿Y los riesgos latentes que siempre existen?
Simplemente
no son hoy suficientes para activar de nuevo el mecanismo del miedo. La
mayoría de los temores actuales estaban allí hace ya mucho tiempo.
Que si la tasa de actividad en EE.UU. es demasiado baja, que si en la
zona euro difícilmente aumente el consumo dado el escaso crecimiento de
los salarios, que si China va a reducir su ritmo de crecimiento, que si
los países desarrollados tienen una deuda demasiado elevada, que si
Japón no tiene el suficiente crecimiento demográfico como para que el
abenomics sea un éxito, etcétera. Encontrar contraargumentos para estos
temores es relativamente sencillo, pero también lo era hace un tiempo y
en cambio conseguían entonces atenazar a los inversores. Hoy no, sólo un
riesgo de nueva naturaleza podría hacerlo.
¿Y el riesgo de inundaciones?
Se podría pensar que tanto dinero
fluyendo a los mercados de renta variable podría, en algún momento,
sobrecalentarlos. Esta es hoy una posibilidad más que remota dado que los múltiplos de valoración son hoy todavía muy bajos en la mayoría de los mercados.
Sólo las bolsas norteamericanas cotizan a unos precios adecuados a los
beneficios que sus empresas obtienen, y aún así pueden estas bolsas
seguir subiendo al mismo ritmo al que crezcan los beneficios de sus
empresas. El resto de bolsas mundiales cotiza aún con fuertes
descuentos, que van a seguir cerrándose, implacables, hasta su completa
extinción dentro de un tiempo.
Cuando no queden ya descuentos podremos debatir acerca del riesgo real de sobrecalentamiento, pero no ahora.
¿Cuándo será ese momento?
Si nos ceñimos al Ibex 35,
cuando cotice alrededor del nivel 13.500, unos 3.000 puntos por encima
de los niveles actuales, nivel justificable por los beneficios de las
empresas que lo componen. Alguien podría pensar que es un objetivo muy
lejano. Puede que sea así, aunque no estaría de más recordar que, desde finales de junio, el Ibex ha subido 2.700 puntos. El objetivo era el mismo en aquel momento,y todavía parecía más lejano.
Jaume Puig. Director General GVC Gaesco Gestión
Artículo publicado en La Vanguardia Sección Dinero del pasado 19 de enero.